Autor: Celso Júlio da Silva
En la audiencia
general del 25 de marzo de este año 2015 el papa Francisco abordó el tema del
Sínodo sobre la familia. Recordó que el trabajo sinodal debe ser realizado por
parte de todos a la luz del modelo de la Sagrada Familia, dentro de la cual el
Hijo de Dios se hizo carne. Además, bellísima es la oración propuesta por el
Santo Padre, con la que todo cristiano está llamado a colaborar en el camino
del trabajo sinodal.
A cierto punto de
su alocución despuntó algo precioso: ¡pido oraciones, no chismes! Francisco es
enemigo tajante de los chismes. Todos sabemos cuántas marejadas de chismes se
levantaron en la primera sesión del Sínodo, que, en definitiva, fueron
tergiversaciones de determinados temas sobre todo de parte de quienes lucían de
espectadores, sin conocer a fondo lo que se habló en la sala sinodal.
Algo similar a lo
que ocurrió con el Concilio Vaticano II que -como bien expresó Benedicto XVI en
el libro “Luz del mundo”-: todos opinan e interpretan mal o a medias el
Concilio quizás porque pocos leen los documentos emanados de este.
Delante del peligro
de la tergiversación, el Papa Francisco pide oración, no chismes. Nos llama a
la oración por la familia de nuestro tiempo. Oración como arma eficaz para
luchar por la belleza y la integridad sagrada de toda familia en medio de los
oleajes destructores que frecuentemente la azotan.
El chisme siempre
suele darse cuando quien por miedo o ignorancia ve y juzga superficialmente
desde fuera o desde lejos, terminando por opinar o criticar sin fundamento, o
de espaldas por miedo a la verdad. El
chisme nunca nace desde dentro, desde una comprensión veraz e íntegra de los hechos, por lo que la tendencia humana es
precisamente a la tergiversación, como advierte el Papa.
En cambio, la
oración nos hará mucho bien. La oración es algo constitutivamente cristiano, el
chisme no. La oración siempre une, embellece y enriquece a la familia desde
dentro de nuestras propias relaciones familiares. Por eso seguramente
fortalecerá e iluminará tanto el trabajo del Sínodo como las mentes y los
corazones de los que en primera fila están llamados a encontrar nuevos guías y
proyectos para proteger y fomentar con creatividad cada familia, bajo la luz de
la Sagrada Familia de Nazaret.
En fin, el chisme
es tristemente destructor. La oración es, en cambio, creativa.
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