8 de junio de 2015

El imperialismo abortista



Autor: Max Silva Abbott

Resulta curioso que el gobierno [chileno] y los sectores afines al mismo despotriquen tanto contra el “imperialismo capitalista” y funden en buena medida su razón de ser en oponerse al mismo y a la vez, le sigan el juego a lo que podría llamarse el “imperialismo abortista”, que pretende imponer el aborto en todo el mundo por simple deseo, generalmente de la mujer, dentro de los llamados “derechos sexuales y reproductivos”

En efecto, este “imperialismo abortista” arranca del gigantesco esfuerzo llevado a cabo desde hace más de cincuenta años por varios países del norte, tanto del Este como del Oeste, así como por diversas instancias internacionales, por imponer el control demográfico a nivel mundial a través de cualquier medio, lo cual incluye al aborto. Ya en 1960, Stanislas de Lestapis, un demógrafo de la época, advertía sobre este fenómeno en su obra “La limitación de los nacimientos”, en la línea de las políticas neomaltusianas, que han continuado hasta hoy siempre apuntando a lo mismo: a disminuir la población del planeta a como dé lugar.


De este modo, obras tan conocidas como “La bomba P”, de Paul Ehrlich, de 1969 o “Los límites del crecimiento”, del Club de Roma, de 1972, así como otras casi ignotas pero muy influyentes, como el artículo de Bernard Berelson, presidente del Population Council, titulado “Más allá de la concepción”, de 1969; el llamado “Memorandum de Jaffe”, de Frederich S. Jaffe, vicepresidente de la Planned Parenthood Federation of America, de 1969; o el artículo “Crecimiento de la población y planificación familiar en Estados Unidos. Una revisión de la literatura atingente”, de 1970, de Robin Elliott y otros, han hecho que este propósito haya tenido notable éxito hasta el día de hoy.

Sin embargo, la “carta magna” de este proceso ha sido el conocido “Informe Kissinger”, de 1974 (desclasificado en 1989), que entre las múltiples medidas para conseguir esta meta, contempla obviamente el aborto a petición.

A todo lo señalado, debe añadirse el notable efecto que han tenido diferentes conferencias internacionales sobre población (Dacca, 1969; Bucarest, 1974; México, 1984; Río, 1992, Viena, 1993; El Cairo, 1994, Beijing, 1995, por mencionar algunas), sin las cuales, la realidad poblacional del mundo sería claramente distinta.

Sin embargo, tanto ha sido el éxito de este imperialismo, que el envejecimiento de la población ha dado lugar al llamado “invierno demográfico”, el cual, aunque no quiera reconocerse, está poniendo en riesgo el futuro de naciones enteras, lo que hará cambiar notablemente las relaciones internacionales en la segunda mitad de presente siglo.

Así las cosas, ¿le seguiremos el juego a este imperialismo abortista?

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