Autor: Álvaro Correa
La historia ha escrito
tristes episodios de saqueos a ciudades y de robos perpetrados a bancos y
museos. No obstante su relevancia, estos eventos pueden cubrirse de polvo con
el pasar del tiempo y ser relegados en las bibliotecas sin que alteren nuestro apetito
o nos perturben el sueño.
Algo muy diverso sucedería
si, al regresar a nuestra propia casa, encontrásemos las puertas y ventanas
forzadas y todo su interior literalmente revuelto y por los suelos. Cuando la
pesadilla de un robo se vuelve realidad, detona la serenidad de un hogar.
Pues bien, al parecer se
ha dado un caso opuesto en Marlborough, Massachusetts (USA). Sucedió que una
familia regresó a su domicilio y se llevó la sorpresa de que alguien había
entrado, pero, en vez de robar, les limpió y ordenó todas las habitaciones.
¿Qué pasó? No tienen
certeza, pero sospechan que alguna empresa de limpieza se equivocó de
dirección… Cierto o no, han dado un suspiro de alivio y se alegran por el aseo
gratis.
Ojalá nos sirva de ejemplo
para motivarnos a practicar una faceta fina de la caridad, a llegar a un nivel
de magnanimidad que añada un zafiro a la corona de esta virtud reina. Se trata
de hacer un bien sin que nos lo pidan, de adelantarnos a dar una mano y dar la
solución que esté a nuestro alcance.
Cada vez que lo podamos
hacer, encenderemos una sonrisa que alegrará tanto el cielo como esta tierra,
tan necesitada de luz.
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