25 de noviembre de 2019

¿Hambre de Dios?


Autor: Álvaro Correa

Hay libros que merece la pena el esfuerzo de leer. Uno de ellos es “Las confesiones” de san Agustín. Hojeando sus páginas leemos lo siguiente, en referencia al tiempo de su lejanía de Dios:

“Yo llegué a encontrarme sin deseo alguno de los alimentos incorruptibles; pero no porque estuviera lleno de ellos, sino porque mientras más vacío me encontraba, más los rechazaba” (Confesiones, 3,1,1).


Uno se pregunta si es verdad que podamos no sentir “hambre” de Dios, de su amor, de la vida eterna, de la gracia santificante, de los sacramentos, de la oración…

Y nos respondemos, usando las mismas palabras de san Agustín, que sí… Que de hecho lo hemos vivido o conocemos a personas que tanto más rechazan acercarse a Dios y sus dones cuanto más tienen necesidad de Él.

Personas que fundan su existencia en los bienes materiales, en una red de meras relaciones con los demás y en un sentimiento de realización personal, sin darse cuenta de que la vida, el matrimonio, la profesión… no pueden sostenerse sólo en realidades puramente humanas, que hoy son y mañana desaparecen.

Pidamos por estas personas y por nosotros mismos para que el Señor nos conceda la necesaria “conversión”, de tal manera que nos nutramos de su Amor y gracia, especialmente por medio de la oración y los sacramentos.

El joven Agustín emprendió el vuelo de la santidad cuando llenó su vacío existencial con el amor de Dios…

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