Autor: Fernando Pascual
Glauco, según una versión de una vieja
leyenda, fue un pescador que se convirtió en una especie de pez. Con el paso
del tiempo se le pegaron numerosas conchas y objetos de todo tipo, de forma que
se convirtió en un monstruo marino. Detrás de todas las conchas, detrás de su
apariencia desagradable, se escondía una persona, un corazón, una vida humana.
Pero no todos eran capaces de darse cuenta.
Nosotros somos como Glauco: con el pasar
del tiempo se nos pegan (o nos pegan) muchas cosas. Aparecemos ante los demás
como pequeños monstruos, sin que a veces se pueda descubrir ese corazón y esos
buenos deseos que hay en lo más profundo de cada uno.
Sabemos, sin embargo, que somos mucho
más de lo que los otros puedan decir o pensar. Por desgracia, algunos se
dedican a empapelar al prójimo. Con mil dicherías, chismes y calumnias, van
escribiendo la vida de los demás. La mayoría de los chismes son simples suposiciones,
pero basta con que corran de un sitio para otro, para que así quede fijo un
retrato, a veces sin posibilidad de corrección. Si, además, un chisme cae en
manos de periodistas sin escrúpulos, se convierte en “noticia” y va de aquí
para allá con la velocidad de la luz...