4 de febrero de 2013

Cómo ganarse la confianza en sí mismo y en los demás

Autora: Vicky Cantú de Santos

La vida humana comienza y es posible sólo desde la confianza. Basta con mirar a los niños para comprobarlo: su inmadurez y fragilidad los hace depender de sus padres para garantizar su supervivencia. De la seguridad y cariño de esta relación surge su identidad, su desarrollo y su destreza para socializar.

A la hora de sufrir un accidente y necesitar un médico se busca a una persona digna de confianza para depositar la salud en sus manos. Cuando tenemos una pena muy grande, buscamos al amigo que sabemos que nos escucha y guarda nuestras confidencias. Recurrimos a la confianza en las personas para ayudarnos en la vida, de no ser así, nos volveríamos personas aisladas, herméticas, temerosas de las intenciones de los demás y finalmente, en personas tristes o grises.

La confianza no se exige, se ofrece y se merece. ¿Qué elementos involucran la confianza en uno mismo y en los demás?

Amor: Saber que alguien te ama produce confianza dentro y hacia fuera de la persona. Primero ayuda a amarnos y aceptarnos a nosotros mismos. La confianza muestra la intensidad del vínculo entre dos personas, qué tanto se quieren, comunican y están unidos. El amor se refleja en una atención adecuada, en interés por el bien del otro. Cuando una persona muestra que te quiere y tiene buenos sentimientos hacia ti, genera confianza entre ambos.  La confianza es esa seguridad que tenemos de la rectitud y de las buenas intenciones de los demás.

Compromiso: La confianza se fundamenta y sostiene en el amor y el amor es compromiso. Cuando una persona se compromete, nos inspira confianza porque sabemos que no nos va a fallar, que hará todo su esfuerzo por cumplir. ¡Qué tranquilidad saber que cuentas con alguien dispuesto a sacrificarse por ti! Eso es tener confianza en esa persona y sentirte seguro. Todos necesitamos a los demás y la mejor forma de estrechar lazos es por el amor y el compromiso. Confiamos en quien cumple sus promesas.

Vivimos una época en la que las personas evitan el compromiso. Esto provoca que las relaciones interpersonales sean más superfluas porque evitar el compromiso es limitar el amor. En el fondo, es optar por el egoísmo que genera división.

La confianza en uno mismo lleva al compromiso y a la toma de decisiones. Los que no tienen confianza en sí mismos, posponen las decisiones importantes, dando largas a los asuntos difíciles, dejando cosas sin hacer, por lo que es muy difícil confiar en ellos.

Fidelidad: La virtud de la fidelidad es la lealtad, el cumplimiento de la fe que uno le debe al otro. La fidelidad consiste en conservar vivo el compromiso; mantenerse siempre abierto a la esperanza de todo lo bueno y grande que se intuyó en el otro.  Siempre que se tiene dificultades en una pareja es bueno recordar: ¿por qué me enamoré de él? Volver a un inicio ayuda a ver los problemas con otros ojos.

La fidelidad brota del amor a lo valioso. Cuando se valora el matrimonio y la familia, se busca crear un hogar en todas las circunstancias, favorables o adversas. Esto implica asumir las riendas de la propia vida y estar dispuestos a regirla no por sentimientos cambiantes, sino por el valor de la unidad, que mantiene a la familia segura y estable. 

La fidelidad es la coherencia en la vida. Vivir de acuerdo a  los principios en las pequeñas decisiones diarias. La suma de pequeñas fidelidades o infidelidades a la palabra empeñada, a los compromisos asumidos, a nuestra propia vocación o tarea, es lo que nos dará el resultado de lo que en realidad somos: una persona confiable o no.

Comunicación: La comunicación fortalece la confianza, de lo contrario la bloquea o la limita. La confianza genera a su vez, más confianza. Una buena comunicación con la pareja evitará conflictos y malos entendidos. Con los hijos, ayuda a poder guiarlos y educarlos mejor. En la empresa, ayuda a aclarar los objetivos del trabajo, ser más eficiente, generar confianza y crecer dentro de la organización.

Sinceridad: Acepar la realidad es aceptar la verdad. La confianza debe basarse en la realidad y en el conocimiento de las fuerzas y debilidades propias o de los demás. Conocer esto ayuda a no confiar a ciegas, sino confiar de acuerdo a las posibilidades reales de las personas. Saber cuáles son mis cualidades me ayuda a hacer mejor el trabajo y conociendo mis defectos sabré qué podría arruinarlo y en qué debo trabajar. Con este conocimiento se puede caminar con más seguridad hacia la meta. Podríamos afirmar que la humildad que es la verdad es el pie izquierdo y la confianza, el pie derecho, en nuestro caminar a la madurez.

Por tanto, una persona que confía en sí mismo, se conoce y cree en su potencialidad. Aunque los demás piensen que no puede o no tiene cierta capacidad, confía en que con su esfuerzo y la ayuda de Dios lo podrá lograr. La sinceridad y la verdad son indispensables para generar confianza. La confianza en uno mismo permite mostrarnos tal como somos, sin máscaras o escudos. Cuando una persona es sincera se puede confiar en que lo que dice es cierto y además que se comprometerá. La mentira o el ambiente de sospecha complica las relaciones y las acaba.

Si todos nos esforzamos por generar confianza en la familia, la empresa y la sociedad, viviremos más felices porque la confianza es una necesidad básica en el ser humano

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