11 de febrero de 2013

El sol siempre está ahí

Autor: Alejandro Vargas Moncada

Cuando miras al cielo, y lo ves repleto de nubes grises, que enlutan y hacen frío el día, no te queda la menor duda de que, por encima de esas nubes, está el sol. Al igual sucede con nuestra vida. Por encima de esas mil dificultades que ofuscan el día, ahí está Dios.

La fe da al hombre un sentido. Es más, le da su sentido. Por ella sé que no sólo existe lo palpo con mis manos y veo con mis ojos; que no por acaso suceden las cosas, sino que hay Alguien que lleva mi destino. Por la fe sé que voy en brazos de ese Alguien, y es Él quien me lleva cuando mis fuerzas no dan más.

La fe es un don que recibimos. La fe es nuestro sostén ante las caídas, y si caemos, es ella la que nos ayuda a levantarnos. Por la fe sabes que las dificultades, desgracias, contratiempos… tienen otra cara, la cara de Jesucristo que te enseñó a acudir al Padre, y pedir su ayuda, como Él lo hizo en Getsemaní. ¡No tengas miedo! Deja tu fe brotar, pues ella es viva y libre, ya que tiene su origen en el amor libre y total que Dios nos tiene al hacernos sus hijos.

Aunque el día se nuble y oscurezca, el sol siempre está ahí. Aunque todo a tu lado caiga, y parezca que todo se levanta en contra tuya, allí, a tu lado, está tu Padre. Y cuando vuelvas la vista atrás, y en los peores momentos de tu vida sólo veas un par de huellas en el camino y no dos, significa que ha sido Él quien durante esos momentos difíciles te ha llevado en sus brazos. El sol siempre está ahí.

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