3 de abril de 2013

Las telenovelas y su influjo en la sociedad

Autor: Luis Alfonso Orozco

Entre los países de América, México es uno de los mayores productores y también consumidor de esas series televisivas, telenovelas, llamadas en otras latitudes “culebrones” por los inverosímiles e interminables episodios que las componen. Pretenden ser un espejo de la sociedad, pero más bien son su antimodelo.

Espejos que resultan espejismos

Resultan ser antimodelos, porque el influjo que ejercen en la sociedad es de signo negativo. Las carretadas de telenovelas que se arrojan cada año al mercado llenan la pantalla chica de guiones recocinados y recalentados con los mismos temas: la traición familiar, la venganza, el adulterio, la supuesta libertad de dejarlo(a) e irte con otra pareja, como si te cambiaras de zapatos. A todo se le titula “amor” y se pretende hacer pasar por amor las relaciones falsas donde impera el egoísmo.

La calidad humana de los guiones y temas que presentan no aumenta sino que disminuye, en parte porque la competencia es acérrima y cada canal televisivo pugna por mantener el mercado. Esto de ningún modo lo justifica aunque sí explica tal proliferación de “culebrones” en la pantalla chica. Los temas religiosos no quedan exentos de ser tratados de modo irrespetuoso y burlón, en concreto el modo superficial y de mofa con que tratan algunas verdades de la fe católica y la figura de sus ministros. En las historias que narran estos interminables “culebrones” se enaltece lo trivial y lo vulgar, con tal de ganar más público para la empresa.

Falsos modelos de conducta

El influjo de esos falsos modelos de vida se ve por las consecuencias. Hablan los hechos: las telenovelas fomentan gente sumamente influenciable conforme a la imagen de tal o cual artista. Si el artista o la actriz favorita de la novela tienen una relación extraconyugal o dejan a su pareja, “¿qué tiene de malo?, “¡pues así sale en la telenovela!”. Muchos sin criterio, toman como modelo de comportamiento las ficciones que ven en la tele.

Los guiones televisivos deben mantener el interés del espectador, por lo tanto entre los actores del drama dominan los sentimientos, la emoción del momento, los caprichos, mas no la razón ni la lealtad. El matrimonio y la fidelidad entre esposos quedan devaluados, ridiculizados. Las críticas y calumnias son el pan cotidiano entre los diálogos, donde aparece un lenguaje vulgar. La moralidad y el buen gusto, desgraciadamente, han sido apartados de la escena.

Hábitos viciosos

El resultado es que entre lo consumidores de este género de tele-basura abunda la gente con malos hábitos de vida: se vuelve sedentaria y obesa en modo preocupante, debido a que pasan atadas muchas horas ante el televisor y mientras tanto consumen bebidas gaseosas y frituras, alimentos chatarras. Cultivando los hábitos sedentarios, hay gente que después no practica el ejercicio físico o muy poco y ocasionalmente; consume alimentos nocivos para la salud y aún peor embute su mente con las falsedades de las series telenoveladas.

México está en los primeros lugares mundiales con gente que reúne estos tres vicios: obesidad, consumo altísimo de telenovelas y de bebidas gaseosas. No muy detrás le siguen otros países de América Latina, igualmente consumidores de telenovelas. En definitiva, ¿las telenovelas son un bien o no para la sociedad? Lo dicen los hechos.

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