28 de junio de 2013

Dadme un punto de apoyo y levantaré el mundo

Autor: Nicolás Estrada

 “Dadme un punto de apoyo y levantaré el mundo”. Dos mil años después seguimos citando al sabio Arquímedes, convencidos de su grandioso descubrimiento. Se cita en las clases de física elemental: palancas de primer y segundo grado, balanzas, básculas, aplicación de fuerzas en la ingeniería.

Hoy se recuerda la frase del sabio, sus experimentos con poleas, sus inventos de guerra, pero quizás no su sabiduría humana. Arquímedes nos deja una lección esencial: el punto de apoyo.

Un punto de apoyo no necesariamente debe ser material. ¿Acaso el amor por la ciencia no movió a Einstein a cambiar el mundo con sus ecuaciones? ¿O el deseo de ir más allá no embarcó a Colón al Nuevo Mundo?

Arquímedes quiso dejarnos un legado muchísimo mayor que la elemental palanca; quiso dejarnos una gota de su sabiduría. La cuestión fundamental será encontrar ese punto de apoyo en la propia vida. Un punto que aglutine todas nuestras facetas, estabilice la relación con los demás, y oriente nuestra vida hacia un fin noble.

Para que lo sea verdaderamente debe ser sólido, por tanto es necesario bajar hasta lo hondo del corazón e indagar sobre los deseos y anhelos más nobles en la vida; allí comienza el encuentro de la felicidad.

Luego, deben adecuarse los dos brazos de la palanca, que siguiendo la imagen del sabio griego, deben ser de diversa longitud. En el lado largo se aplica la fuerza: todo el empeño personal, la fatiga día tras día en la lucha por los propios sueños, las largas noches en vela para conseguir el objetivo; cada gota de sudor aplicada sobre estos ideales se verá multiplicada con creces, dependiendo claro está, del otro brazo de la palanca.

¿Y en el otro brazo? Allí estará el mundo a la espera de ser levantado. En este brazo estará nuestra sociedad que necesita lo mejor de cada persona; los niños a la espera de unos buenos padres y maestros; los enfermos a la espera de médicos responsables y honestos; el Estado a la espera de funcionarios honrados y trabajadores. En conclusión, estará nuestro prójimo a la espera de alguien que le dé la mano, y le ayude a levantarse.

Cuanto más altos sean los propios sueños, cuantas más personas quepan en este brazo de la palanca, tanto más se multiplicarán los esfuerzos. Porque este mundo necesita de aquellos que dan su vida por realizar los más nobles sueños.

No hay comentarios: