16 de septiembre de 2013

Se agradece la puntualidad

Autor: Álvaro Correa

Alguien dijo que, desde que se inventaron los relojes, existe la puntualidad. Esta noble actitud de estar presente en el momento y lugar debidos demuestra un apreciado grado de cortesía, de respeto y de responsabilidad.

Es verdad que flotan comprensibles quejas por la llamada “puntualidad asimétrica”, es decir, aquella en la que una parte es la exigida tajantemente, por ejemplo: si te retrasas unos pocos minutos para una cita médica, legal, administrativa, etc., es posible que la pierdas –en razón de los turnos-, y, por el contrario, puede darse que debas esperar horas para tu cita y que ésta se retrase sin que nada ocurra. Es un problema social que se baraja.

A nivel personal, de tu reloj y del mío, qué valioso ser puntual a una cita acordada. No es tanto una cuestión de agenda, sino de atención a uno mismo y de delicadeza en el trato con los demás. En este sentido, es mejor llegar quince minutos antes que hacer esperar a otra persona, aunque sea unos segundos.

Siendo que vivimos inmersos en imprevistos, en necesidades de última hora, en sobreacumulación de distracciones, esforcémonos por mirar con más frecuencia el reloj para recordar nuestras citas de amistad, de familia y de trabajo.Tratamos con personas que sonreirán viéndonos llegar porque así les expresamos cuánto valen para nosotros.

El tiempo es un regalo de Dios y Él es el primero en llevar buena cuenta de cada segundo bien empleado. En el fondo, la puntualidad es un también caridad.

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