Autor: Santiago Kiehnle
En el Antiguo Testamento vemos cómo los judíos temían ver el rostro de Yahveh. Creían que si alguno veía a Dios moriría de la impresión. Es sin duda algo hermoso, pero me hace pensar: ¿cómo puede alguien morir al contemplar a Aquel que es la Vida?
Entonces eso es la muerte: el inicio de la Vida. La muerte no es más que una puerta, que nos aterra pasar. Nos da miedo porque no sabemos bien lo que hay detrás. Nos asusta que al cerrarse esa puerta no se puede volver a abrir.
Pero, ¿para qué querría volver alguien que ya ha llegado a la meta? Esta vida es pasajera, es temporal. Lo único que tenemos seguro es que todos nos vamos a morir algún día. ¿Qué sentido tiene entonces la vida, sabiendo que se va a acabar?
Si realmente fuera el final, entonces no tendría sentido. Pero ese “final” es sólo el comienzo. Ahí empieza la verdadera Vida, la que nunca más se va a acabar.
Para eso sirve esta vida, como antesala de la eternidad.
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