Autor: Navegando entre ideas
En octubre de 1774, un cardenal pedía sugerencias al
padre Alfonso María de Ligorio en vistas al cónclave que estaba para elegir un
nuevo Papa. Entre las ideas, encontramos estas reflexiones que aparecen
recogidas en diversos lugares de Internet.
«Para sacar a la Iglesia de la relajación y la confusión
en que se encuentra universalmente en todos sus niveles, no bastan la ciencia y
la prudencia humanas, sino que hace falta el brazo de Dios todopoderoso. Entre
los obispos, son pocos los que tienen verdadero celo por las almas. Las
comunidades religiosas están relajadas en casi todos los casos, o incluso sin
el casi, porque en ellas, en medio de esta confusión, falta la observancia y se
pierde la obediencia. En el clero diocesano, las cosas aún están peor y, por lo
tanto, se hace necesaria una reforma general de todos los eclesiásticos, con el
fin de reparar la gran corrupción de las costumbres que existe entre el clero
diocesano.
Así pues, debemos orar a Jesucristo, de modo que nos dé
para dirigir la Iglesia a alguien que, más que de cultura y de prudencia
humanas, esté dotado de espíritu y celo por el honor de Dios, y sea totalmente
ajeno a partidos y respetos humanos. Si, para nuestra desgracia, tuviésemos un
Papa que apenas tuviese los ojos puestos en la gloria de Dios, poco le ayudaría
el Señor y las cosas, tal como están en las circunstancias actuales, irían de
mal en peor.
Las oraciones pueden obtener un remedio para muchos
males, consiguiendo de Dios que Él mismo extienda la mano y los arregle...
Me gustaría ver reformados tantos desórdenes presentes...
En primer lugar, me gustaría que el próximo Papa escogiese, entre aquellos que
se le propongan, a los más doctos y celosos por el bien de la Iglesia…
Que se escogiesen cuidadosamente los obispos (de los
cuales depende principalmente el culto divino y la salvación de las almas),
solicitando información sobre su vida digna y la doctrina necesaria para
gobernar las diócesis. Y que, también en relación con los obispos que ya están
en sus diócesis, se pidiese discretamente información a sus arzobispos
metropolitanos y otras personas, sobre aquellos que apenas se preocupan por el
bien de sus ovejas...
Por encima de todo, me gustaría que el Papa devolviese
universalmente a todos los religiosos a la observancia de su primitiva regla o
constitución, por lo menos en las cosas principales...
No hay nada que podamos hacer al respecto, sino rezar al
Señor para que nos dé un Pastor lleno de su espíritu, que sepa llevar a cabo
estas cosas que he mencionado brevemente, de la forma más conveniente para la
gloria de Jesucristo».
No hay comentarios:
Publicar un comentario