10 de mayo de 2012

La mamá viene primero

 Autor: Álvaro Correa

          El 18 de marzo del 2003 corría la noticia de que Irina Slutskaya, campeona rusa de patinaje, ganadora del primer lugar en los Mundiales de Nagano en Japón y medalla de plata en las Olimpíadas de Salt Lake City, no defendería su título en los Mundiales en Washington porque su mamá estaba enferma. Para Irina la mamá viene primero. Algunos compatriotas se lamentaron porque la campeona tenía todas las posibilidades de conquistar un nuevo triunfo para enriquecer su corona de mejor patinadora del mundo. Pero ella prefirió elevar más alto el trofeo de su amor de buena hija ganándose el respeto y la admiración. En el estadio de su amor filial, Irina dio a todos una lección olímpica de veneración hacia la propia madre y su testimonio ha valido más que una medalla de oro.
          El día de la madre es hermoso porque así es el amor de la mujer que nos dio a luz. Sólo Dios sabe cuántos ramos de flores, cantos, poesías, regalos y sobre todo cuántos besos y abrazos reciben en este día las madres de familia. ¡Bien merecidos los tienen!, porque quien es madre sabe que los hijos se crían con amor y dolor sin medida.
          Un autor decía que la madre “es lo más propio que nos dio la tierra”. Quizás se podría completar el elogio añadiendo: “y su amor es el espejo más nítido del rostro divino”. El amor de una madre es como un árbol formidable que hunde sus raíces hasta lo más profundo de nuestra humanidad terrena, y cuyas ramas nos elevan con suavidad hasta acariciar el cielo.
          Es justo agasajar a nuestras madres en un día dedicado exclusivamente a ellas. Las felicitaciones que les ofrecemos conllevan la gratitud por su maternidad vivida con heroísmo todos los días del año. Una madre de familia comentaba que el día en que lavaba más platos era el día de la madre, pero lo decía con una felicidad inmensa. Las mamás no tienen día libre, ni siquiera “en su día de la madre”. Son heroicas nuestras mamás.
          Es verdad que los piropos brotan espontáneos del corazón, pero no viene nada mal acoger la expresión cariñosa de Irina: la mamá viene primero. ¡Qué hermoso piropo! Se puede dar por supuesto el conforto para su mamá enferma. Ella es madre de una buena hija, que además, y sólo después, es campeona mundial y olímpica. El amor tiene sus prioridades y estar a la cabecera de la madre enferma importa más que subir el podio del triunfo atlético. Palpita un corazón filial en quien ha comprendido esto.
          ¡Felicidades a todas las madres del mundo!

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