Autor: Juan Fidel Medina
El gran estreno da inicio. Batman resurge una vez más en los cines, pero nadie en Denver hubiera creído que fuera de forma tan real. Lo que comenzó como una sencilla película, terminó como una tragedia. Esta vez el villano no sólo está dentro de la película sino también fuera.
El viernes 20 de julio de 2012, en una sala de Aurora, Denver, fueron asesinadas 12 personas y heridas 58 (cf. AnsaLatina.com, 20 de julio de 2012). El autor de la masacre es un joven de 24 años llamado James Holmes.
Las causas que han promovido dicho acto son numerosas. Desde una posible influencia de drogas hasta una patología psicológica, la cual se evidencia como la explicación más acertada.
Este acontecimiento ha despertado en algunos una conciencia de seguridad, tal vez mal entendida, que ha traído como consecuencia el incremento en compra de armas. Según la Oficina de Investigaciones de Colorado, 880 personas solicitaron el 13 de julio la verificación de sus antecedentes para comprar armas. El día siguiente a la matanza, las solicitudes aumentaron a 1.216, y luego a 1.243. En total, 2.887 personas recibieron el visto bueno para comprar armas durante el fin de semana, un aumento del 43,5% respecto a la semana anterior (cf. Animalpolitico.com “¿Por qué la matanza de Denver elevó la venta de armas?”, 26 de julio de 2012).
Valdría la pena preguntarse si tal solución resolvería o por el contrario agravaría el problema. Una solución alternativa, tal vez no tan inmediata ni tan radical pero si más profunda, sería revalorizar, es decir, devolver a la vida de cada persona la primacía que merece. No se trata de un mero pensamiento piadoso sino de una realidad.
Toda persona humana es sujeto de derecho y deberes. A la base de estos derechos está la vida. El respeto a la vida de cada individuo es condición necesaria para la convivencia social.
En definitiva, existen dos caminos ante el tesoro de la vida humana. La actitud heroica que la defiende y promueve o la postura del villano que la destruye y silencia.
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