23 de noviembre de 2012

Después de 16 años en la cárcel va al convento

Autor: Luis Alfonso Orozco

A mediados de los años noventa una serie de crímenes contra seis menores conmocionaron a la sociedad belga. El culpable fue sentenciado a cadena perpetua, mientras que su compañera y cómplice recibió treinta años de cárcel. Ella se llama Michelle Martin y recientemente, después de cumplir la mitad de su condena, las autoridades judiciales belgas han decidido ponerla en libertad.
(La noticia la publicó en español ReL, el pasado 31 julio 2012, http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=24083)

Lo llamativo del caso es que Michelle sale de la cárcel pero entrará en un convento de monjas. Pasará su libertad provisional en el convento de las Clarisas de Malonne, al sur de Bruselas. Estará allí acogida no como religiosa sino, “ayudando a la comunidad pero sin formar parte de ella”, aclaró su abogada, Thierry Moreau.

Los largos años en la prisión han dejado huella en el alma de la ex cómplice del asesino pederasta. Ha purgado en buena parte su condena, ha tenido mucho tiempo para reflexionar y sobre todo ha cambiado su actitud. La misma abogada Moreau que ha seguido la trayectoria de Michelle en esos años aclara: “Mi cliente no es la mujer que entró en prisión en 1996. Ha cambiado, está avergonzada y bajo ningún concepto quiere provocar. Quiere rescatarse a sí misma”.

Quiere rescatarse a sí misma. Esta afirmación es muy importante pues Michelle, como todo ser humano, tiene derecho a rehacer su vida por más graves que hayan sido sus errores. Es más, un delito, un pecado o una falta muy grave cometida son, ciertamente, parte de la vida de una persona, mas no son la persona ni tampoco la definen. Todo ser humano siempre puede mejorar; tiene derecho a rescatarse de un negro pasado y comenzar a ser mejor, incluso a resarcir por los errores cometidos. En este cambio positivo juega un papel decisivo la ayuda cercana de persona amigas y la presencia de Dios en la vida de la persona.

En cuanto a las posibilidades de que Michelle Martin vuelva a reincidir en sus delitos, “los expertos son unánimes”, alegó la abogada Moreau: “El azar le permitió encontrar en prisión personas que le han permitido evolucionar positivamente”. Desde hace tiempo se sabe que se ha hecho muy religiosa y según su defensora legal, el dinero que gana en la cárcel por remuneración de su trabajo lo reserva para indemnizar a las víctimas. Que Michelle trabaje honestamente y tenga la decisión de remunerar con dinero a las familias de las víctimas es un signo claro del cambio de vida y de actitud, con el cual ella quiere rehacerse para no quedarse anclada en su pasado doloroso.

En esta historia de tan bellos rasgos de humanidad un papel importante lo juegan las religiosas Clarisas, quienes con auténtica caridad cristiana han aceptado darle acogida. Ellas lo debatieron en comunidad antes de llegar a esta decisión no fácil, por lo que han puesto sus condiciones en un comunicado público. Esperaban que las autoridades encontrasen para Michelle un lugar adecuado al cumplirse el plazo para la libertad condicional: “Pero no ha sido posible encontrar ese lugar. La señora Martin no tiene familia y no ha encontrado en Bélgica un lugar de reinserción para mujeres. El curso de los acontecimientos nos ha mostrado que no había posibilidad de acogida para ella en países vecinos”.

Aquí entra también en juego la misericordia hacia una persona sola, sin familia, un prójimo que sale de la cárcel con el estigma de haber colaborado en crímenes horrorosos. No faltan, por desgracia, personas y medios de comunicación que no lo saben perdonar, que no conocen la misericordia y en cambio sólo reclaman la justicia. Las religiosas belgas en cambio, con este gesto de genuina humanidad, están demostrando a la sociedad que la misericordia y el dar otra oportunidad a quien ha fallado pueden más y son más importantes que la fría justicia humana. Felizmente la caridad cristiana sigue muy viva en tantos rincones de nuestro planeta.

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