2 de noviembre de 2012

“Vive de mí. Vive conmigo. Vive para mí”

Autor: Navegando entre ideas

El P. Gaston Courtois dejó unos cuadernos en los que reflejaba su profunda vida interior. Entre sus líneas se descubre un alma contemplativa. Recogemos aquí algunos de sus párrafos, que imaginan lo que Dios mismo susurraba en su alma (y seguramente en el alma de tantos católicos contemplativos).

[Habla el Señor] “No pierdas tu tiempo obrando sin amor.

 Yo soy la savia de tu alma.

Mi amor tiene sonidos armónicos tan variados como potentes. Para oírlos, hay que vivir en simpatía constante y profunda conmigo. En este caso, la sinfonía se amplia en variaciones múltiples en lo íntimo del corazón que canta al unísono con el mío.

La intimidad conmigo nunca cansa ni aburre. Si sientes el menor cansancio, eso se debe a que has perdido mi ritmo y que ya no estás afinado a mi medida. Por eso te desplomas en la soledad y rápidamente te encuentras impotente y exhausto. Llámame despacito, con fe y confianza, y hallarás de nuevo la secuencia de la melodía interior.

Hay colores, por ejemplo los de una puesta de sol, que ningún pintor puede reproducir exactamente. Hay alegrías interiores que sólo yo puedo proporcionar. Mi amor nunca se queda corto; tiene mil facetas y mil invenciones siempre nuevas.

¡Ah! Si quisierais aprovecharlas, para vosotros en primer lugar y, después, para mejor revelarme a un sinnúmero de almas!

Cuando me amas profundamente, se produce en ti una irradiación de mí que te permite darme invisiblemente a cuantos a ti se acercan.

La calidad de tus relaciones conmigo. Eso es lo que cuenta ante todo. Tu día vale lo que han valido tus relaciones conmigo. ¿han sido éstas distantes y reticentes? ¿han sido fervientes, amorosas, cuajadas de atenciones? Yo nunca dejo de prestarte atención, ¿y tú? ¿Por qué atribuyes más importancia práctica a las cosas que pasan que a Mí que no paso? Además, para resolver los problemas que te propone la vida de cada día, ¿no piensas que recurrir a mí pudiera serte provechoso? -¿qué en mí se encuentran cuantas soluciones tienen verdaderamente en cuenta todos los datos, incluso los invisibles? ¿No piensas que sería ganar tiempo y evitar cansancio, el acudir algo más a menudo a Mí? Y para mí sería la ocasión de dar y de darme más, lo que, como tú lo sabes, es la inclinación natural de mi Corazón.

Yo soy ‘inútil’, porque no me saben utilizar en tantas vidas, incluso sacerdotales.

Lo que yo sueño es, bajo vuestro impulso, con vuestra iniciativa y colaboración inteligentes, poniendo en obra los dones y talentos que yo os he confiado, espiritualizar las actividades y las vidas de los hombres por el incremento de mi caridad en cada uno.

Vive de mí. Vive conmigo. Vive para mí.

Vive de Mí. Aliméntate con mis pensamientos. Estos pensamientos son la expresión de mi Espíritu. Son luz y Vida. Son fuerza también en la medida en que los asimilas.

Aliméntate con mi voluntad. Lo que yo quiero de ti, eso es lo que tienes que hacer. Actúa sin inquietarte por saber adónde te llevo. Todo en ti servirá para la gloria de mi Padre y bien de mi Iglesia, si tú integras tu voluntad en la mía.

Vive conmigo. ¿No soy yo, para ti, el mejor compañero de camino? ¿Por qué te olvidas de mi presencia? ¿Por qué tu mirada no se cruza más a menudo con la mía?

Solicita, pues, mi parecer, pídeme consejo, ayuda, y verás como yo aprecio el que tú me trates como amigo íntimo. Es la irradiación de esta amistad familiar y habitual, basada en un ardiente espíritu de fe, la que dará a tu vida el matiz que me agrada para ti.

¡No pierdas tu tiempo olvidándome a mi! Pensar en mí es multiplicar por diez tu fecundidad.

Vive para mí, pues de otro modo ¿para quién vivirías sino para ti, es decir, para la nada? ¡Si supieses de qué te privas y de qué privas a la Iglesia cuando tú no vives para Mí! Porque amar es ante todo eso: vivir para el ser amado.

Actúa, trabaja, ora, respira, come, distráete para Mí. Purifica sin cesar tu intención. Por lealtad no hagas lo que no puedes hacer para mí. ¿No es eso lo que exige el amor? Y es una prueba de mi amor el que yo lo exija de ti. Sin contar que lo sabes pertinentemente: el sacrificio paga y tú recobrarás centuplicado en alegría lo que por mí hayas sacrificado.

Atrévete más a ponerme en tu vida y ten por seguro que la hora más útil para tu actividad es la que me consagras exclusivamente a mí. Esta te ayuda, como bien lo sabes, a sostener y enriquecer tu vida interior durante el tiempo de la actividad; ella te sensibiliza a las señales que yo te hago a lo largo del día; ella te permite descifrar los símbolos que yo multiplico a lo largo de tu camino” (del libro “Cuando el Señor habla al corazón. Cuadernos espirituales inéditos del padre Gaston Courtois”).

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