18 de diciembre de 2013

P. Mariano Ambrosini, 74 años de sacerdocio

Autor: Luis Alfonso Orozco

El sacerdote pasionista italiano P. Mariano Ambrosini Viscardi tiene 98 años de edad, 74 de sacerdocio, vive en México D.F. y ha bautizado a más de 50 mil fieles durante su largo y fecundo ministerio. Nacido el 15 de diciembre de 1915 en la provincia de Bérgamo, pero radicado en el Distrito Federal desde hace más de 56 años por lo que se considera “más chilango que el nopal”.

Su bien ejercitada memoria le lleva a recordar con cariño a sus padres y hermanos: “nací en la Primera Guerra Mundial, había miseria, en mi casa éramos siete hermanos, mis papás y mis abuelitos, el pan lo veíamos como a los gemelos, casi nunca, lo que comíamos era la polenta; harina de maíz con agua y sal, nos tocaba de a pedacito con higos secos, pero no morimos de hambre, éramos campesinos vivíamos del fruto de la tierra… sobre todo recuerdo el amor de mis papás, para mí fueron dos santos” (cf. yoinfluyo.com, Maricarmen Rizo, 28 noviembre 2013).

A una edad a la que pocos humanos llegan y quien la alcanza desde muchos años atrás observa la merecida jubilación, el sacerdote italiano no se ha jubilado sino que se mantiene activo mientras las fuerzas se lo permitan. Al día de hoy, celebra dos o tres misas diariamente, confiesa, imparte pláticas pre bautismales, asiste a los enfermos del hospital, “me siento útil todavía, viejo sí, pero también útil, entonces me da satisfacción de poder ayudar a la gente, yo como italiano podría regresar a mi tierra, mi provincia me aceptaría pero allá iría a un asilo de ancianos, aquí el trabajo me da vida, me aburre no hacer nada”.

En unos tiempos como los nuestros donde hablar mal del sacerdote y de la Iglesia católica es uno de los deportes más baratos practicados por una gran cantidad de ignorantes y de otros que trabajan para los mass media, es honorable dar a conocer el testimonio de un hombre que sólo ahora, cuando casi ha llegado al centenario de vida y 74 de sacerdocio activo, se ha hecho notable porque así muchos puedan conocer su ejemplar historia. Eso habla del gran bien espiritual que muchos hombres y mujeres católicos realizan por el bien de los demás, desde el anonimato en lo ordinario de sus deberes y ocupaciones habituales.

Personas como el venerable padre Don Mariano Ambrosini honran a la Iglesia y al ministerio sagrado de la inmensa mayoría de los sacerdotes esparcidos en los diversos continentes, que sin hacer ruido ni exigir reconocimientos del mundo hacen el bien a todos. Puesto que ‘el bien no hace ruido, ni el ruido hace bien’ ellos esperan su recompensa únicamente del Señor que les llamó. Con notable alegría, el padre Ambrosini defiende “el llamado”, que en su caso nació tras haberse topado con un sacerdote capuchino que según cuenta irradiaba felicidad, dice que si la gente entendiera la vocación sacerdotal muchos hombres no querrían perderse de vivirla”.

Su “fórmula” para mantenerse contento así como enérgico física y espiritualmente es “siempre rezar porque se vienen las tentaciones y hay que estar orando como el Señor les dijo a sus discípulos, si uno no ora, cae”. Cerca del centenario de vida no tiene miedo de morir. “Tengo miedo de cometer pecado mortal, si muero así me voy al infierno, todos somos frágiles y podemos fallar, por eso hay que orar y confesarnos”. E insistió: “yo me siento contento, doy gracias a Dios de haber llegado a mi edad, me da lo mismo morir aquí, que allá (Italia), el lugar no dice nada, lo importante es que el día de la resurrección, resucitemos con Él” (cf. yoinfluyo.com, Maricarmen Rizo, 28 noviembre 2013).

En nuestro mundo hay mucho más bien escondido del que imaginamos. Perlas genuinas como la vida de este venerable sacerdote, cuando salen a la luz, llenan muchos corazones de esperanza.

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