30 de junio de 2014

La paz del alma



Autor: Álvaro Correa

Comenta San Bernardo que “el desconocimiento propio genera soberbia; pero el desconocimiento de Dios genera desesperación”.

Apliquémoslo positivamente y encontremos un camino para la paz del alma: “el conocimiento de sí mismo genera humildad y el conocimiento de Dios genera esperanza”.

¡No podemos vivir sin humildad y sin esperanza! Sin estas dos virtudes la vida misma perdería su color y el pesimismo encontraría el camino abierto para enturbiar la ilusión del corazón y viciar las relaciones con los demás.


El conocimiento de nosotros mismos y de Dios tiene su clima propicio en la oración. De rodillas ante Jesús Eucaristía sabemos quiénes somos y quién es Él. La paz del alma es el primer fruto de nuestra amistad mutua.

“La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Jn 14 27).

Vale la pena el esfuerzo, especialmente cuando sentimos que tiembla la llama de nuestra ilusión, de la tranquilidad.

La paz del alma no es fruto del bienestar, ni del triunfo económico o social… No reside en el bolsillo. La paz florece en el corazón porque es un don de Dios.

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