20 de marzo de 2012

Alzad el lábaro Sagrado

Autor: Edwin Pereira

“¡Alzad el lábaro sagrado de Jesucristo, redentor!”. Así empieza uno de los himnos a santo Domingo Savio, declarado santo por ser “fiel a las cosas pequeñas”.

 El lábaro es un estandarte donde llevaban la cruz los primeros cristianos en tiempo de Constantino.  Para Domingo, uno de los más jóvenes de todo el santoral romano, la santidad de vida consistía en poner en alto el estandarte de Cristo. Buscaba en todo momento las oportunidades para alcanzar su ideal, luchando con garra contra el pecado a pesar de su frágil salud.

“Abajo el vicio y el pecado, viva el trabajo y la oración”, palabras que repetía un joven de tan solo trece años.  A muchos les parecerá que a santo Domingo Savio le fue fácil mantener estas palabras, pues no fue así. Santo Domingo Savio luchó contra corriente, pues la tendencia en el siglo XIX era la de no tomar importancia a la juventud, ya que la sociedad estaba sufriendo los cambios de la revolución industrial. El vicio estaba presente, entre la juventud sintiéndose olvidada por la sociedad.

 En el proceso de cambios que experimentó Italia en este siglo (siglo XIX) se puede notar un cierto ambiente hostil, que se vivía entonces, ya que esta nación se estaba consolidando en la unidad nacional, además de los cambios que se estaban generando por la revolución industrial, por lo tanto había confusión en el ambiente. Pero este pequeño gigante se hizo escuchar en el silencio de su vida en el oratorio de Don Bosco. No se dejó arrastrar por la tendencia de entonces, en respuesta puso en práctica los ideales que se había trazado. Alcanzó la meta que se había trazado desde niño y es llegar a ser santo.

“Ha de vencer la juventud cristiana”. Que así sea, que logre vencer la juventud fundada en valores, fundada en ir contra corriente,  ya que muchas corrientes de hoy en día buscan la miseria de la juventud.  Los jóvenes en respuesta, a esta corriente agresiva, tienen que hacer  pautas de un autentico cambio, tienen que dejar huella en lo bueno. Considero que sí se puede, pero depende de cada joven, pues sé que cada uno busca un auténtico cambio en este mundo; los jóvenes buscan que este cambio se funde en la auténtica verdad, así como lo hizo santo Domingo Savio.

“Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo”, dijo el maestro. Domingo Savio nunca lo olvidó y en los momentos de dificultad tuvo la certeza plena de que Él siempre estuvo presente. Hoy en día los jóvenes se pueden sentir olvidados, como se sentían en el siglo XIX, pero por eso este pequeño fue santo pues supo hacerse de la compañía del mejor compañero: Cristo.

¿Quién mantiene hoy su promesa? Domingo Savio la mantuvo hasta el final de su vida. Fue el amigo fiel que fue totalmente coherente y tenía claro que la felicidad era la santidad de vida y que la santidad consiste “en estar siempre alegre”. ¿Santo alegre?, ¡claro que sí! No hay santo triste.

Santo Domingo Savio, joven que sorprendió a muchos en su tiempo, sorprendió al mismo san Juan Bosco, por su entrega y decisión, por su caridad con todos. No hacía distinción y desde negarse un plato de comida hasta dormir en el suelo con tal de que su compañero tuviera qué comer o en dónde dormir en el oratorio. Sostuvo siempre su lema que lo ha inmortalizado: “antes morir que pecar”. ¿Cuántos jóvenes se atreven a decir esto hoy en día? Esto sí es valentía esto sí es originalidad, esto sí es ir contra corriente. ¿Quieres intentarlo?

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