31 de diciembre de 2012

Bioética y paz

Autor: Fernando Pascual

En el Mensaje para la Jornada mundial de la paz del año 2013, el Papa Benedicto XVI expone algunas relaciones entre la paz y temas centrales en el estudio de la bioética.

¿Cuáles son esos temas? El primero, y el más fundamental, es el respeto completo a la vida humana. Así se expresa el primer párrafo del número 4 del Mensaje apenas citado:

“El camino para la realización del bien común y de la paz pasa ante todo por el respeto de la vida humana, considerada en sus múltiples aspectos, desde su concepción, en su desarrollo y hasta su fin natural. Auténticos trabajadores por la paz son, entonces, los que aman, defienden y promueven la vida humana en todas sus dimensiones: personal, comunitaria y transcendente. La vida en plenitud es el culmen de la paz. Quien quiere la paz no puede tolerar atentados y delitos contra la vida”.

Si la paz se construye desde el respeto a la vida, quien actúa injustamente contra vidas humanas concretas, especialmente las más indefensas, va contra la paz verdadera.

Así lo expresa el texto que estamos comentando: “Quienes no aprecian suficientemente el valor de la vida humana y, en consecuencia, sostienen por ejemplo la liberación del aborto, tal vez no se dan cuenta que, de este modo, proponen la búsqueda de una paz ilusoria. La huida de las responsabilidades, que envilece a la persona humana, y mucho más la muerte de un ser inerme e inocente, nunca podrán traer felicidad o paz”.

En otras palabras, ir contra la vida de un ser indefenso, por ejemplo un hijo en el seno de su madre, va contra la verdadera búsqueda de la paz y de la felicidad. El Papa lo explica así:

“En efecto, ¿cómo es posible pretender conseguir la paz, el desarrollo integral de los pueblos o la misma salvaguardia del ambiente, sin que sea tutelado el derecho a la vida de los más débiles, empezando por los que aún no han nacido? Cada agresión a la vida, especialmente en su origen, provoca inevitablemente daños irreparables al desarrollo, a la paz, al ambiente”.

Desde estas indicaciones, el Mensaje para la Jornada mundial de la paz pasa al ámbito de los derechos. Algunos grupos de presión, e incluso gobiernos, promueven a nivel estatal e internacional “nuevos derechos”. Podemos recordar aquí, aunque no es mencionado explícitamente en el Mensaje papal, las presiones a favor de un derecho a la “salud reproductiva”, una fórmula bajo la cual algunos intentan promover un falso derecho al aborto como si se tratara de un servicio para la mujer.

Volvemos de nuevo a reproducir las palabras de Benedicto XVI:

“Tampoco es justo codificar de manera subrepticia falsos derechos o libertades, que, basados en una visión reductiva y relativista del ser humano, y mediante el uso hábil de expresiones ambiguas encaminadas a favorecer un pretendido derecho al aborto y a la eutanasia, amenazan el derecho fundamental a la vida”.

Junto a estos importantes aspectos estudiados en la bioética, el Papa aborda otros temas, como el del matrimonio natural (entre un hombre y una mujer) que necesita ser tutelado; o el de la libertad religiosa, que ha de ser protegida frente a formas graves de intolerancia; o el del trabajo.

Con afirmaciones como las expuestas en este número 4 del Mensaje, ¿no se están proponiendo a todos ideas propias de una visión religiosa? El texto responde a esta objeción con claridad:

“Estos principios no son verdades de fe, ni una mera derivación del derecho a la libertad religiosa. Están inscritos en la misma naturaleza humana, se pueden conocer por la razón y, por tanto, son comunes a toda la humanidad”.

Y en seguida añade:

“La acción de la Iglesia al promoverlos no tiene un carácter confesional, sino que se dirige a todas las personas, prescindiendo de su afiliación religiosa. Esta acción se hace tanto más necesaria cuanto más se niegan o no se comprenden estos principios, lo que es una ofensa a la verdad de la persona humana, una herida grave infligida a la justicia y a la paz”.

La situación de muchos países que permiten delitos como el aborto o la eutanasia exige una respuesta valiente, como la de quienes rechazan colaborar contra leyes gravemente injustas. Benedicto XVI lo subraya con las siguientes palabras:

“Por tanto, constituye también una importante cooperación a la paz el reconocimiento del derecho al uso del principio de la objeción de conciencia con respecto a leyes y medidas gubernativas que atentan contra la dignidad humana, como el aborto y la eutanasia, por parte de los ordenamientos jurídicos y la administración de la justicia”.

Como acabamos de ver, el Mensaje para la Jornada mundial de la paz del año 2013 resalta la importancia del respeto a la vida como requisito irrenunciable si queremos construir una sana convivencia humana. En ese sentido, cualquier paso concreto para erradicar el aborto en todas sus formas permitirá avanzar hacia un mundo más justo, desde el respeto respecto de los más débiles, que es una exigencia irrenunciable para promover la paz entre los individuos y entre los pueblos.

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