12 de diciembre de 2012

¿Quién pintó el cuadro?

Autor: Alejandro Martín del Campo

Hace ya algunos años un representante de los Estados Unidos de América visitó la Ciudad de México. Sus negocios, la política y la vida social le llevaron allí. La curiosidad y el “interés” le condujeron también a la Villa de Guadalupe.

Esta persona parecía encantada ante el cuadro de la Virgen. Cuentan que preguntó: “¿Y quién pintó el cuadro?” (Who painted it?). No tenía ni idea de los orígenes de la imagen.

Hoy, después de casi cinco siglos, sigue siendo una incógnita la bella “pintura”. Recurramos a la historia si deseamos conocer al artista.

Un sábado de diciembre de 1531, el indio Juan Diego se encaminó a la Ciudad de México para recibir sus clases de catecismo. Al pasar junto al cerro del Tepeyac escuchó una dulce voz: “Juanito, Juan Dieguito”. Rápidamente subió la cumbre del cerro, y encontró una Señora de hermoso semblante. La mujer, con palabras amables, le dijo: “Yo soy la Madre de Dios, por quien se vive. Deseo que se me construya un templo”.

El indio bajó corriendo a encontrar al obispo. Explicó lo que había visto y escuchado, pero Fray Juan de Zumárraga, un tanto incrédulo, pidió una señal para comprobar si realmente la señora venía como mensajera del cielo.

Al día siguiente, el milagroso hecho se repitió. Cuando el indio indicó al obispo lo sucedido, nuevamente éste le interrogó y le manifestó el deseo de una señal.

El lunes 12 de diciembre Juan Diego no se encaminó por la misma vereda –para no demorarse con la Señora– porque su tío yacía en cama, a causa de una enfermedad mortal. Ella desde la cumbre del cerro le miraba y le salió al encuentro. Le pidió que llevara rosas de Castilla al obispo. Ésta sería la señal pedida. Y añadió: “Sé que tu corazón está triste, ¿no estoy yo aquí que soy tu madre?”.

Juan Diego salió corriendo por las rosas, recogidas en el frío invierno. Llegó al obispo y le dijo: “Aquí está la señal”. Desenvolvió la tilma donde guardaba las rosas, y apareció una preciosa imagen. ¿Quién era? La Señora que se le había aparecido. Es la misma imagen que se encuentra en la Villa de Guadalupe.

Famosos expertos y eruditos han intentado descubrir quién haya sido el pintor. Llama la atención que la tela –un pobre poncho de un indio– se conserve en admirable estado, dado que fue expuesta al calor y la humedad.

La pintura es otro misterio. El filósofo y científico alemán Thomas Kuhn, premio Nobel en química, apuntó: “Estos colorantes no son ni minerales, ni vegetales, ni animales”.

La técnica es desconocida. No tiene esbozos y no hay rastro de pinceladas. Normalmente en las grandes obras de los famosos pintores hay muestras del material orgánico con el que se pinta.

Tristemente nuestras especulaciones no satisfacen al hombre de ciencia que, si no ve, toca o entiende las razones y las causas, no cree; ni al que se asoma al “cuadro” como se asomaría a un Velázquez, Rembrandt o a un Monet.

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