4 de noviembre de 2013

Dios sigue llamando

Autor: Santiago Kiehnle

En los últimos años se ha dicho mucho que faltan vocaciones, sin embargo yo estoy convencido de que no es así. Dios sigue llamando, lo que falta son repuestas generosas. Y es que uno de los síntomas de nuestros días es el miedo al compromiso, a jugarse la vida a una sola carta.

José Luis Martín Descalzo, en uno de sus artículos escribía: «Efectivamente, una de las carcomas de nuestro siglo es ese miedo a lo irrevocable, esa indecisión ante las decisiones que no tienen vuelta de hoja o la tienen muy dolorosa, esa tendencia a lo provisional, a lo que nos compromete “pero no del todo”, que nos obliga “pero sólo en tanto cuanto”. Preferimos no acabar de apostar por nada, o si no hay más remedio que hacerlo, lo rodeamos de reservas, de condicionamientos, de “ya veremos cómo van las cosas”.

Ocurre en todos los terrenos. Pero el “miedo a lo irrevocable” ha llegado incluso a lo religioso y lo más intocable, que es el sacerdocio. Uno puede fracasar y equivocarse, es cierto, pero ¿cabe mayor fracaso que lanzarse a volar con las alas atadas por toda una maraña de condicionamientos?»

Por eso también el fracaso de tantos matrimonios, de tantas carreras, de tantas vidas. Vivimos en una sociedad de “desechables”, donde las cosas están hechas para durar poco. Una sociedad que nos impulsa al mínimo esfuerzo, a huir del compromiso.

Pero debemos romper con todo eso. Nuestra vida sólo tendrá sentido en el grado en que nos comprometamos a vivirla. En el grado en que nos comprometamos con un ideal. Tendrá sentido en cuanto encontremos algo por lo cual vivir, por lo que darlo todo, una sola carta a la que podamos apostarlos todo. Tendrá sentido en el grado en que queramos compartirla con alguien o con Alguien.

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