5 de marzo de 2014

Si el aborto se convierte en un "derecho sagrado"

Autor: Luis Alfonso Orozco

Recientemente en España un cardenal de la Iglesia fue atacado por un grupo de feministas semi-desnudas, que con gritos e insultos increpaban, “el aborto es un derecho sagrado”. La segunda ocasión que se ha escuchado públicamente semejante barbaridad, esta vez en Francia, ha sido después de la iniciativa de la mayoría parlamentaria socialista para ampliar el aborto. La legislación francesa pretende que una mujer tiene derecho a abortar si “no desea proseguir un embarazo” y, además, aumenta la cuantía de las multas y sanciones para quienes obstaculicen tal derecho.

La nueva norma, integrada en la futura legislación sobre paridad, viene a suprimir uno de los puntos cruciales de la Ley Veil de 1975, considerada “obsoleta”, que estipulaba que la mujer debía estar “en situación de desamparo” para poder abortar. “Contrariamente a lo que la actualidad podría hacer pensar, no se trata de una reacción a lo que ocurre en España”, había explicado antes de la votación la ministra de los Derechos de las Mujeres, Najat Vallaud-Belkacem, insistiendo en la necesidad de “convertir en sagrado” el derecho al aborto (cfr. www.elmundo.es/internacional/2014/01/22/52df2b18ca4741c97a8b4594.html).


Como lo que está en juego es algo tan serio como el ataque directo al sagrado derecho a la vida, conviene también salir en defensa de la dignidad de la razón humana, ultrajada por tal afirmación bárbara, irracional y mentirosa. Son dos conceptos los que utilizan las feministas y la ministra francesa: aborto y sagrado.

El aborto es la supresión de la vida del nascituro, es decir, asesinarlo con un acto voluntario. Hay tragedias no deseadas, como los abortos naturales, pero este no es el caso. El otro concepto ultrajado es declarar que el aborto sea un derecho y además “sagrado”. Sagrado viene de sacro: algo, persona, espacio u objeto reservado a Dios, y por lo mismo digno de respeto. De Dios procede la vida y por eso es sagrada. Pretender o insinuar que matar a un inocente sea algo “sagrado” no sólo es una monstruosidad sino también una blasfemia.

¿Matar a un inocente puede ser un “derecho sagrado”?

En un tal juicio o afirmación no sólo hay un grave insulto a Dios, sino un insulto a la razón humana, además del desprecio por la vida, que sí es sacra. ¿Se puede convertir en “sagrado” el derecho a matar a un niño en el seno materno? Toda persona de buena voluntad debería rebelarse ante la insólita y descarada afirmación que pretende equiparar el aborto con un derecho y además añadir que sea algo sagrado, es decir exclusivo a Dios. Jamás el aborto (asesinato de un inocente) será un “derecho” y menos aún algo sagrado. Aquí no es mera cuestión de opinar “me gusta/ no me gusta” o de posturas, sino del principio mismo de las cosas, de la verdad.

No hace falta ser creyente para rechazar tal aberración, pues choca contra el mínimo sentido común de una mente sana, que aún no esté contaminada por el agua negra de las ideologías. La batalla por la defensa de la vida pasa desde hace tiempo también por la defensa de la razón y de la dignidad humana, amenazadas por las ideologías de muerte.

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