24 de abril de 2012

¿Sentido común o santidad?

Autor: Navegando entre ideas

Ser santo implica romper con el sentido común y abrirse a un horizonte que, para el mundo, es locura.

Lo explicaba Robert Benson en un libro que merece ser releído una y otra vez, “La amistad de Cristo”, con estas palabras:

“La vivencia de la amistad de Jesús es el auténtico secreto de los santos. La gente corriente puede vivir una vida corriente tratando de guardar los mandamientos, pero por cientos de motivos de segunda categoría. Confesamos los pecados para escapar del infierno; luchamos contra nuestros defectos para conservar el respeto del mundo. Pero no hay nadie capaz de avanzar tres pasos por la vía de la santidad a menos que Jesús camine a su lado. Esto es, pues, lo que distingue el camino del santo, y le da también su carácter grotesco, porque, a los ojos de un mundo sin fe, ¿hay algo más grotesco que el arrebato del que ama?

El sentido común, al que se considera propio de la salud mental, jamás ha vuelto loco a un hombre. Sin embargo, el sentido común nunca ha movido montañas y mucho menos las ha arrojado al mar. Ha sido el gozo fascinante de la compañía consciente de Jesucristo lo que ha dado paso a los enamorados, a los gigantes de la historia. En su torpe visión, el mundo califica de anormal la amistad con Jesucristo y la pasión que despierta en quienes la viven, en tanto que la Iglesia la considera sobrenatural”.

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