8 de marzo de 2013

Hombres a favor de las mujeres

Autor: Bosco Aguirre

Parece perfectamente normal que las mujeres creen asociaciones y promuevan actividades para defenderse a sí mismas ante los ataques y abusos de algunos hombres o de ciertos grupos de poder. Grupos de poder que promueven, por ejemplo, la esterilización forzada de mujeres pobres, o que explotan con violencia a chicas jóvenes e incluso a niñas para llevarlas a la prostitución, o que contratan trabajadoras a sueldos más bajos de los que reciben los hombres. En esa misma lógica, sería normal que los hombres (varones) también organizasen sus asociaciones de defensa cuando se sintiesen agredidos por algunas mujeres o por otros grupos sociales, políticos o económicos.

Pero lo que podría parecer extraño es que grupos de mujeres se organizasen para defender a los hombres, o que grupos de hombres se uniesen para defender a las mujeres. Aunque para alguno esto parecería un cuento de “Las mil y una noches”, sin embargo es algo que la humanidad ha hecho durante siglos.

Es verdad que el ser humano (hombre y mujer) muchas veces ha caído en el error de despreciar al diferente, como cuando algunos españoles de la conquista se preguntaban si los indios tenían alma, o cuando los griegos creían que los esclavos no merecían casi ningún derecho, o cuando algunos “libertadores” de América mataban a los colonos de la “madre patria” como si se tratase de ratas, sin detenerse en “escrúpulos” para distinguir entre buenos y malos...

Pero también es verdad que otros seres humanos han sido capaces de defender y de trabajar en favor el “distinto”, del “diferente”. Eran hombres y mujeres libres los que se lanzaron a abolir la esclavitud en muchos lugares del planeta. Eran blancos los que promulgaron leyes para la protección de los indios. Eran cristianos los que pidieron mayor respeto para los que pertenecían a otras religiones. ¿Por qué no soñar en un feminismo que nazca desde grupos de varones?

Ya se han dado casos de hombres que se han lanzado a la defensa de los derechos de la mujer, pero todavía el camino por recorrer es largo. Cuando hay hogares en las que él dice siempre la última palabra (o el último grito), y se llegan a los golpes para imponer la propia “razón”; cuando hay médicos que para satisfacer a las autoridades ofrecen con engaño anticonceptivos abortivos a mujeres que carecen de instrucción; cuando hay planes nacionales, como en China, que han forzado a muchas familias a asesinar a la niña que nace porque se prefiere un varón... la verdad es que sí queda mucho por hacer.

No todo el panorama es igualmente oscuro. En muchos hogares el marido sabe dialogar e, incluso, someterse a la esposa cuando ella tiene razón (y esto ocurre no pocas veces). Hay médicos que quieren respetar la integridad de la mujer ante cualquier campaña más o menos oficial o “filantrópica” por controlar el tesoro tan femenino de la fecundidad (tesoro que también el hombre posee y al que no pocos atacan con planes de esterilización más o menos forzada de varones). Hay familias que acogen a cada niña que nace aunque esto implique vivir bajo la presión exterior que sugiere a gritos que nazcan sólo muchachos...

Urge, por lo tanto, que cada vez más hombres defiendan a las mujeres, y que las mujeres defiendan, ¿por qué no?, a los hombres. La grandeza de una sociedad no consiste en que cada grupo se atrinchere detrás de sus intereses particulares para defenderlos incluso a costa del bien común. Una sociedad se hace grande cuando cada grupo busca el bien verdadero de los demás, en ese pluralismo auténtico que nace del respeto no de los errores (nunca toleraremos ideas hitlerianas ni racismos de ocasión) pero sí de las personas que a veces se equivocan de buena fe, y que necesitan ser ayudadas a descubrir la verdad.

¿Es utopía auspiciar un nuevo feminismo abierto? Hubo quienes llamaron a los defensores de los esclavos soñadores ilusos o enemigos del sistema económico eficiente. Hay quienes hoy etiquetan como enemigos de la mujer a los que atacan el aborto o la esterilización forzada. Pero será la razón y el sentido profundo de la dignidad humana quienes nos digan lo que realmente podemos hacer por la mujer. No abandonarla a la lógica del mercado, a la ley del más fuerte, ni despreciarla en sus dimensiones características, como son la posibilidad de tener hijos o el cariño que sabe ofrecer como pocos hombres son capaces. El nuevo feminismo respetará a la mujer en su integridad. Y eso es algo que interesa no sólo a las mismas mujeres, sino a todos los hombres que queremos vivir, igual con igual, con quienes junto a nosotros, y no contra nosotros, pueden construir un mundo más humano y más feliz.

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