14 de abril de 2012

Todo comienza ahí

Autor: Robinson García

En la vida todos tenemos grandes ilusiones, proyectos, deseos, en definitiva, aquellas motivaciones momentáneas que llamamos ideal, aunque no somos conscientes de lo que esta palabra en realidad significa y toda la aventura, emoción y responsabilidad que se esconde tras esa corta palabra: ideal.

Por nuestra condición humana necesitamos tener un resorte, una mano que nos empuje a realizar algo, a vivir la vida con sentido, con plenitud, con la conciencia de que la vida es una y solo se vive una vez.

La felicidad va estrechamente ligada a un ideal, un ideal que te mueva, un ideal que llene de alegría y de retos tu vida. Cuanto más alto sea tu ideal más satisfactoria y plena será la meta, la felicidad que buscamos.

Es fácil estancarse en las comodidades que se pueden presentar bajo la ley del mínimo esfuerzo: Inglés sin esfuerzo, tocar guitarra sin esfuerzo… No son necesariamente malas, pero no cabe duda de que pueden ayudar a amansar la voluntad y a nublar dichas ilusiones y deseos que te mueven momentáneamente, y la naturaleza humana huye de aquello que le puede causar molestias. Ante un poco de calor, el aire acondicionado evitará una posible deshidratación; ante el frío, la calefacción evadirá un posible resfriado; al estar de pie, la dura pared te ayudará sin duda a recuperar las fuerzas perdidas.

Las calculadoras han hipnotizado las neuronas. Todo puede solucionarse con un simple “enter”. En definitiva, están hurtando aquellas capacidades que Dios dio al hombre y que de hecho es lo que lo diferencia de los demás animales: la inteligencia y la voluntad.

La formación personal es una aventura porque implica lanzarse en la conquista de virtudes. Habrá emboscadas, caídas, esfuerzos, pero no cabe duda de que el resultado final sería una enorme alegría y la certeza de que eres de verdad una persona todoterreno, listo para afrontar casi cualquier situación en la vida.

El tener un ideal en la vida es el impulso para lanzarse a dicha aventura, un ideal que llene de ilusiones, por el cual se pueda luchar, sufrir, incluso dar la vida, y que impulse a volar a grandes cimas. Pero todo ello exige voluntad, salir de uno mismo, abrir las alas a los demás para poder contemplar el paisaje que te espera al final de la montaña de la voluntad.

A lo largo de la historia muchos han corroborado con su testimonio de lucha, a pesar de las dificultades que podían encontrar, que el tener un ideal bueno en la vida que se convierta en sostén y motivación de la misma es necesario para aprovechar de verdad los pocos o muchos años que tengas de vida y así poder dejar una huella buena en la historia y en los demás.

1 comentario:

Anónimo dijo...

muchas gracias por el mensaje que nos dejas en este texto, gracias por que nos enseña a ver la vida con buenos ojos y a entender que no todo es tristeza.