Autor: Álvaro Correa
Ronda por las calles del pueblo alemán
de Braunschweig un misterioso personaje que deja sobres blancos con una
sustancial cantidad de dinero para ayudar a los huérfanos, a los enfermos y a
las personas necesitadas.
Hasta ahora son 190.000 euros de
donaciones en perfecto anonimato. La gente comenta que puede ser alguien que se
sacó la lotería, o un señor rico que se acerca al final de su vida, o una
persona con remordimientos de conciencia que busca hacer el bien. Nadie lo sabe
con certeza, pero ya lo han bautizado con el nombre de “Robin Hood alemán”.
Da gusto escuchar estas noticias. Quizás
“buen samaritano”, o mejor, “buen alemán” podría ser mejor que la evocación de
Robin de Loxsley, sólo por evitar las implicaciones en robos...
Era obvio que las personas de
Braunschweig abriguen ahora la ilusión de encontrar a las puertas de sus casas
algún donativo. Vivimos tiempos en que miles de familias necesitan de estas
almas buenas. No todas tienen los bolsillos saturados con fajos de billetes,
pero bastará siempre su cariño, su sonrisa, su oración, y la ayuda material que
puedan ofrecer al vecino necesitado.
Para Dios ninguna obra de caridad
quedará “anónima”. En cada calle de todas las ciudades necesitamos “buenos
samaritanos”.
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