Autor: Navegando entre ideas
¿Desde dónde se puede transmitir el Evangelio? ¿Cuál es
el corazón de donde nace el deseo de evangelizar?
Lo explica el Papa Francisco, en un número
de la exhortación apostólica Evangelii
gaudium (n. 264):
El encuentro personal con el amor de Jesús
que nos salva
“264. La primera motivación para evangelizar
es el amor de Jesús que hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por Él
que nos mueve a amarlo siempre más. Pero ¿qué amor es ese que no siente la
necesidad de hablar del ser amado, de mostrarlo, de hacerlo conocer? Si no
sentimos el intenso deseo de comunicarlo, necesitamos detenernos en oración
para pedirle a Él que vuelva a cautivarnos.
Nos hace falta clamar cada día, pedir su
gracia para que nos abra el corazón frío y sacuda nuestra vida tibia y
superficial. Puestos ante Él con el corazón abierto, dejando que Él nos
contemple, reconocemos esa mirada de amor que descubrió Natanael el día que
Jesús se hizo presente y le dijo: «Cuando estabas debajo de la higuera, te vi»
(Jn 1,48).
¡Qué dulce es estar frente a un crucifijo, o
de rodillas delante del Santísimo, y simplemente ser ante sus ojos! ¡Cuánto
bien nos hace dejar que Él vuelva a tocar nuestra existencia y nos lance a
comunicar su vida nueva! Entonces, lo que ocurre es que, en definitiva, «lo que
hemos visto y oído es lo que anunciamos» (1
Jn 1,3).
La mejor motivación para decidirse a
comunicar el Evangelio es contemplarlo con amor, es detenerse en sus páginas y
leerlo con el corazón. Si lo abordamos de esa manera, su belleza nos asombra,
vuelve a cautivarnos una y otra vez. Para eso urge recobrar un espíritu contemplativo,
que nos permita redescubrir cada día que somos depositarios de un bien que
humaniza, que ayuda a llevar una vida nueva. No hay nada mejor para transmitir
a los demás”.
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