Autor: Luis Alfonso
Orozco
El día de la canonización de
los dos Papas, 27 de abril, se dio a conocer un breve reporte que habla acerca
de la “descristianización” acelerada que padece el Reino Unido. Según sondeos
recientes del país sólo un 14% de los británicos se dice practicante, en una
sociedad profundamente transformada por la inmigración.
Claro está que las
estadísticas sólo son aproximativas, pero de algún modo reflejan las tendencias
y datos de hecho en una sociedad que experimenta cambios profundos. Para el
exarzobispo anglicano de Canterbury, Rowan Williams, el país de los
anglo-sajones (de ahí le viene su nombre moderno de Inglaterra) es ya un país “post-cristiano”,
en el que la religión ha pasado a ser un factor irrelevante para muchos de sus
habitantes.
Como en otras naciones de
Europa, las raíces del Reino Unido son cristianas y son profundas, dado que se
remontan a los primeros siglos del cristianismo. Muchos de los valores
principales de que disfruta Europa y el occidente se deben gracias al
cristianismo, que modeló su cultura y costumbres, e incluso ha sido el factor
determinante de su progreso humano durante siglos.
De las Islas al continente y
ahora del continente a las Islas
Durante los remotos siglos
del alto medioevo, muchos monjes y misionarios dejaron las islas británicas
para evangelizar el continente europeo. San Patricio, el patrono de Irlanda,
San Bonifacio, patrono de Alemania, o el abad irlandés San Columbano, fundador
de monasterios que fueron ejes de la cultura europea, son algunos de los casos
más relevantes.
La reevangelización del
Reino Unido y de la mayoría de las naciones cristianas de Europa será un
proceso lento, que pasa por la siembra de la nueva semilla que llega ahora del
continente a Gran Bretaña, por ejemplo de los inmigrantes polacos. Pero las
crisis en una sociedad también son oportunidades para crecer y renovar los
valores que la han forjado. Si la vuelta a Dios del hombre o de una sociedad
fuera sólo cuestión humana, nada se lograría. Por eso más determinante es la
acción de Dios que obra en los corazones de muchos hombres y mujeres de buena
voluntad.
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