30 de mayo de 2014

Gran Bretaña al 14%



Autor: Luis Alfonso Orozco

El día de la canonización de los dos Papas, 27 de abril, se dio a conocer un breve reporte que habla acerca de la “descristianización” acelerada que padece el Reino Unido. Según sondeos recientes del país sólo un 14% de los británicos se dice practicante, en una sociedad profundamente transformada por la inmigración.

Claro está que las estadísticas sólo son aproximativas, pero de algún modo reflejan las tendencias y datos de hecho en una sociedad que experimenta cambios profundos. Para el exarzobispo anglicano de Canterbury, Rowan Williams, el país de los anglo-sajones (de ahí le viene su nombre moderno de Inglaterra) es ya un país “post-cristiano”, en el que la religión ha pasado a ser un factor irrelevante para muchos de sus habitantes.


Como en otras naciones de Europa, las raíces del Reino Unido son cristianas y son profundas, dado que se remontan a los primeros siglos del cristianismo. Muchos de los valores principales de que disfruta Europa y el occidente se deben gracias al cristianismo, que modeló su cultura y costumbres, e incluso ha sido el factor determinante de su progreso humano durante siglos.

De las Islas al continente y ahora del continente a las Islas

Durante los remotos siglos del alto medioevo, muchos monjes y misionarios dejaron las islas británicas para evangelizar el continente europeo. San Patricio, el patrono de Irlanda, San Bonifacio, patrono de Alemania, o el abad irlandés San Columbano, fundador de monasterios que fueron ejes de la cultura europea, son algunos de los casos más relevantes.

La reevangelización del Reino Unido y de la mayoría de las naciones cristianas de Europa será un proceso lento, que pasa por la siembra de la nueva semilla que llega ahora del continente a Gran Bretaña, por ejemplo de los inmigrantes polacos. Pero las crisis en una sociedad también son oportunidades para crecer y renovar los valores que la han forjado. Si la vuelta a Dios del hombre o de una sociedad fuera sólo cuestión humana, nada se lograría. Por eso más determinante es la acción de Dios que obra en los corazones de muchos hombres y mujeres de buena voluntad.

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