2 de mayo de 2014

El amanecer de Dios


Autor: Celso Julio da Silva

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí. ¡Ha resucitado!” (Lc 24,5). Hemos empezado a vivir  un tiempo repleto de gracias, un tiempo maravilloso que se abre con el amanecer de Dios que sale de las tinieblas de la muerte para regalarnos la Vida. La fuerza de aquel que “amó hasta el extremo” (Jn 13,1) consiguió vencer la piedra que tapaba el sepulcro, aquella piedra que no fue lo suficientemente fuerte como para impedir que la Vida saliese al encuentro de nuestra vida y que la Luz apartase nuestras tinieblas.

Cristo ha resucitado, ¡aleluya! Estamos alegres porque nuestra fe no es un cuento bonito, una leyenda antigua, una bella historia que ha llegado hasta nosotros de boca en boca tal vez con una versión aumentada e inverosímil. Esta es nuestra alegría: Jesucristo está vivo, es Luz resucitadora que viene para dar sentido a nuestra vida muchas veces ofuscada por la oscuridad.


En la audiencia del miércoles de la Semana Santa de este año 2014 el papa Francisco dijo una cosa bien interesante; que cuando la noche se torna profundamente más oscura significa que pronto llegará la aurora, que el sol no tardará en aparecer en el cielo de nuestra existencia. Así es nuestra vida cristiana, con noches frías y oscuras en las que se esconde la certeza de la fe de que Cristo resurgirá siempre y para siempre. “En nuestra vida como en la vida de Jesús, la Resurrección tiene que venir, la alegría de la Pascua tiene que amanecer” (Madre Teresa de Calcuta, Ven, se mi luz, Planeta Testimonio, p. 364).

En el primer día de la semana las mujeres se dirigen bien temprano al sepulcro y después dos apóstoles, Pedro y Juan, también insisten en buscar entre los muertos a la Vida Verdadera (Jn 20,1-2). ¿Han robado el cuerpo? ¿Dónde lo han puesto? Empiezan las dudas y los corazones oscilan entre el mar de preguntas y el mar de la fe. A partir del domingo del amanecer de Dios comenzaremos a contemplar las diversas actitudes del corazón humano delante del despuntar de la Vida y de la Luz.

María Magdalena, que ve en el Señor Resucitado un mero jardinero. Tomás, que mientras no coloque la mano en las heridas no va a creer. Los judíos, que inventan la peor de las mentiras, diciendo que los apóstoles han robado el cuerpo de Jesús mientras los guardias dormían (si dormían, ¿cómo saben que fueron los apóstoles que robaron el cuerpo?); es la mentira humana que intenta callar hasta hoy la Verdad. Y así veremos que Dios brillará diverso en el corazón de cada personaje.

Nosotros también estamos dentro de ese amanecer y con la fe debemos preguntarnos: ¿la Luz del Señor Resucitado ya ha disipado mis tinieblas? ¿Estoy abierto para que Cristo sea mi Luz? ¿Tengo cara de resucitado?

Deseo a todos ¡felices y santas Pascuas!

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